viernes, 4 de septiembre de 2015

Refugiados

Hasta no hace mucho era un programa de televisión alarmista, con el que el grupo Atresmedia daba su particular visión de un problema de características globales, aprovechando para enviar sutiles mensajes a gobiernos con distintas ideologías. Pero como la realidad siempre supera la ficción, hoy los medios de comunicación de todo el mundo se hacen eco de los sucesos en Europa.
Evidentemente esto lleva sucediendo desde hace varios años, pero antes no nos importaba. Nunca debemos olvidar que si ahora hay lodo, antes había polvo, y el polvo recibió todos nuestros aplausos.
Corría 2011 y una ola de coraje recorrió el magreb y oriente medio. El pueblo soberano se dio cuenta de su poder y quiso ejercerlo, mientras el resto del mundo lo miraba en sus pantallas con orgullo y preocupación... más países libres, menos dinero fácil.
El resultado va desde el aprobado raspado de Túnez a grandes fracasos como Libia y Siria.
Siria alcanzó su independencia de Francia en los años cuarenta pasando por varios regímenes militares hasta que llegó en los años setenta Al-Asad, como siempre con la aprobación de la URSS. En el año 2000 tras la muerte del dictador su hijo toma posesión bajo la máscara de una República Socialista, que guía un prometedor país lleno de cultura y tradición donde más de veinte millones de personas progresan. Y es aquí donde el dictador se saca su máscara, reduce las manifestaciones esperando un pueblo sumiso... pero encuentra oposición. Los enfrentamientos suben de nivel, se revelan torturas, gases mortales, matanzas... y la comunidad internacional mira al suelo pensando que ya tiene bastantes problemas con la crisis económica.
Las imágenes vuelan en el mundo global y reflejan muchas atrocidades, tantas que los gobiernos de muchos países ceden a la opinión pública y rechazan la actitud del gobierno sirio, la ONU declara sanciones y todo apunta a la cabeza de Bashar Al-Asad, solo la eterna URSS le protege.
Palabras y más palabras se amontonan como la arena del desierto sirio sin que nadie haga nada. Tras tres años de conflicto una organización terrorista entra en escena y da un giro a la situación. El estado islámico, que para nada representa al islam, se abre paso por la cuna de la civilización destruyendo aquello que ignora, matando todo ser humano a su paso. La comunidad internacional tiene un nuevo enemigo, que como todos los anteriores fue creado por los intereses económicos de la zona, y ataca Siria. Unos terroristas que dicen luchar en favor del islam, comienzan a matar a musulmanes, los verdaderos luchadores del islam mueren ante los ignorantes a los que una élite poderosamente económica les ha lavado sus cabezas necesitadas de objetivos vitales.
La actitud de esta organización es un cúmulo de despropósitos basados en la ignorancia más terrorífica. Dicen querer llevar la fe islámica al mundo pero en vez de acatarla y llevar una vida de paz y respeto a sus hermanos los matan, no van a la India contra los hindúes, a Georgia contra los ortodoxos, a Israel contra los judíos, a Líbano contra los cristianos... no, porque ellos solo entienden de la religión económica. Son la vergüenza mundial actual, y era difícil.
Estos individuos consiguen salvar la cabeza del dictador al ponerse en su contra, la comunidad internacional olvida sus deslices criminales y lo apoya para derrotar al nuevo enemigo. Los perdedores: el pueblo.
Con un gran enredo como fondo entra en escena el carroñero mundial, Estados Unidos pasa de vender armas tras la cortina a usarlas en el propio territorio. El caos empeora cada día.
Europa despierta de su mundo de la piruleta. Tras más de seis millones de refugiados salidos de Siria, ahora tomamos consciencia del problema porque están en nuestras fronteras. Es la hipocresía de la globalización, la libertad virtual contra las fronteras físicas de alambre de espino.
Y como la economía manda, siempre hay alguien que se enriquece con las desgracias ajenas y que sabe como nadie traducir la palabra crisis al japones para obtener el sinónimo de oportunidad. Angela Merkel, gurú espiritual de la Europa de los oligopolios, ve un filón en los miles de trabajadores sirios formados y eficientes que derivan por el Mare Nostrum.
Hoy Siria aparece en los mapas porque Europa lo nota en su economía, pero tambien existe Gaza, Lybia, Republica Democratica del Congo, Nigeria, Mali, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Afganistán... y tantos más. Somos responsables, debemos encontrar la solución.

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