viernes, 14 de junio de 2013

Hoy estoy en el suelo.
Llegado a este punto me queda mirar al cielo, mirar a las nubes. Llegado a este punto me queda levantarme. Llegado a este tan amado punto solo vale demostrar mi fuerza, mi valor, solo vale demostrarme a mi mismo que estoy preparado para arreglar mis errores, asumirlos y solucionarlos, es la única salida, no hay dudas.
El suelo es un sitio cómodo a pesar de ser duro, es un lugar tranquilo donde reina la mediocridad, donde te puedes sentir importante siendo quasi-mediocre, donde te acomodas y te sientes bien dejando pasar oportunidades.
Me equivoqué. Lo asumo en plenas facultades mentales. Me equivoqué totalmente. Ahora me gustaría ser arriesgado, pero lo único que creo que pasaría si fuese arriesgado es que parecería cobarde, y en este preciso momento la apariencia también es importante, también hay que tenerla en cuenta y arreglarlo todo. Me equivoqué sin dañar a nadie más que a mi... pero eso no es escusa, no es motivo, no es razón, no es nada, no vale nada. Debo exigirme lo máximo siempre. Debo exigirme la perfección siempre. Debo y estoy dispuesto a hacerlo, con lo que implica implicación y esfuerzo. Debo hacerlo porque me lo debo, porque me olvidé de cosas tan importantes como aquellas que me definen y eso en una persona es deplorable.
Hoy estoy en el suelo pero mi rodilla está ya hincada y si alguien me conoce un poco sabrá que el tobogán que es mi vida me vuelva a llevar fuera del suelo en cuanto deje de ser un estúpido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario