lunes, 29 de abril de 2013

Ciento veinticinco días

Se hace esperar. Remolonea como un gato al sol deleitándose al no hacer nada en absoluto. Esa sensación de ansiedad te atrae y hace más larga la espera.
Fuera de valoraciones sobre la paciencia y sus menesteres la espera es excitante. Darle tiempo a tu pensamiento para imaginar mil posibles acontecimientos, ilusionándose con aquellos más atractivos, aumentando el deseo de que llegue el momento de tirar de la cinta para abrir la caja y descubrir finalmente todo aquello por lo que tanto llegaste a sufrir y en lo que no pudiste dejar de pensar por más que lo intentaste.
La confianza se hace de rogar, las vacaciones, los resultados, esa comida que está en el horno... vale la pena.

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